Costa norte de Tenerife,
accidentalmente bonita

Rutas
Foto cedida por Hola.es
Cristina Delgado | Tenerife
Lejos de playas kilométricas de arena blanca, del Teide, del Auditorio de Santa Cruz, del Loro Parque… la costa norte de Tenerife encierra encantos que pocos turistas llegan a conocer. Aunque el sol no brille siempre, el litoral es uno de sus muchos tesoros por descubrir. Se trata de otra manera de acercarse al mar, un mar limpio y transparente cuyas orillas abruptas, apenas tocadas por la mano del hombre forman los charcos norteños. Para los amantes de aguas cristalinas que buscan evadirse del estrés de las multitudes, estos enclaves son el destino perfecto para sus próximas vacaciones.
San Juan de la Rambla, La Guancha y Garachico son los tres municipios que cuentan con los charcos más conocidos de la costa norte de Tenerife. En las dos primeras localidades, casi toda la costa está constituida por acantilados interrumpidos por pequeñas piscinas naturales y las extensiones de fincas plataneras que colindan con estos parajes la envuelven. Mientras que en Garachico se extiende la zona más conocida del litoral del Norte, después de las playas de arena negra del Puerto de Cruz, capital turística de Tenerife. Aunque, obviamente, en ellas no repararemos aquí.
Los charcos de la costa norte de Tenerife
El encanto de los charcos de La Rambla, un barrio que cuenta con casi 200 habitantes, reside en que, como una única familia, los vecinos se reúnen en torno a ellos, sea verano o no, y tratan al turista como uno más. Durante el día, algunos rambleros se organizan para coger lapas y por la noche las cocinan en la plaza central donde todos cenan juntos. Se trata de uno de los rincones con más encanto del mundo, una localidad que aún conserva un fragmento del Camino Real construido en el siglo XV.
En otra parte del municipio se impone el diamante en bruto de la costa de San Juan de la Rambla: el charco La Laja. Las aguas cristalinas de esta piscina se renuevan constantemente por el oleaje que bate contra el litoral norteño. Una rutina que se torna en espectáculo cuando las sacudidas son fuertes, y es mejor disfrutarlo de lejos.
Lo dijo el arquitecto César Manrique al visitar la costa norte de Tenerife el charco del Viento, en La Guancha, que sólo se debía acondicionar el acceso, mimetizándolo con el entorno, ya que el mar del Norte es así, se lleva todo lo que le añadas. Y así lo han hecho sus responsables, conservando su estructura lo máximo posible. Por ende, el charco del Viento se ha convertido en referente para otros municipios, pero siempre teniendo en cuenta que cada charco tiene sus características, su propia marea y naturaleza.
Tanto en San Juan de la Rambla como en La Guancha, la manera más factible para dar a conocer los charcos es ofreciendo un “paquete turístico alternativo con senderos y otros servicios”, como puede ser la gastronomía, asegura Cayetano Silva, edil del ayuntamiento ramblero.
En este sentido, Garachico ha sido un municipio avanzado. Los charcos del Caletón conforman un atractivo turístico que se compagina con el conservado patrimonio arquitectónico de la que fue capital isleña hace siglos. La erupción de 1706 produjo la desaparición del puerto principal de la isla en esos momentos. Pero la lava creó un paisaje que no pasa desapercibido: el Caletón.

¡Ojo ruteros!
Pero la seguridad se convierte en el punto flaco. Por peligro de desprendimientos se cierra el acceso a muchos charcos y en los pocos que quedan abiertos los socorristas brillan por su ausencia, así como las banderas informativas y material de seguridad.
A pesar de la advertencia en la entrada de charcos como los de La Rambla, siguen siendo lugares transitados porque, tal y como claman algunos vecinos, “queremos seguir disfrutando de nuestra costa”. Y así de bien se lo pasan...
Vídeo cedido por Juan Carlos Da Costa Salgado